El ambiente en el palacio de ‘La Promesa’ vuelve a cargarse de tensión.
Enora, la joven que llegó para revolucionar el día a día de los Luján, se encuentra de nuevo en el punto de mira. Tras semanas de mentiras y medias verdades, Manuel decide darle una última oportunidad, aunque todo apunta a que su confianza podría costarle caro.
En una de las escenas más intensas de los últimos capítulos, Manuel la enfrenta directamente: “Quiero que me mires a los ojos, Enora.” Ella, entre lágrimas, promete: “De verdad, Manuel, no volveré a mentirte ni a llevarme ningún plano.”
A pesar de las sospechas, él cede: “Está bien. Voy a volver a confiar en ti. Gracias. Demos este asunto por zanjado. Ponedos a trabajar. Tenemos mucho que hacer todos.”
Pero, lejos de resolverse, este momento marca el inicio de nuevas incógnitas. ¿Qué es lo que realmente esconde Enora? Desde su llegada, su historia ha estado plagada de sombras. Nadie puede confirmar su pasado ni su supuesta vinculación con el taller que menciona. Manuel, desconfiado, ha llegado incluso a decir de ella que “es un fantasma”, una mujer sin raíces, ni familia, ni verdad.
Los rumores se intensifican dentro del palacio. Algunos criados aseguran haberla visto recibiendo mensajes misteriosos y hablando en secreto con desconocidos. Otros sospechan que podría estar robando planos o información confidencial del proyecto en el que Manuel trabaja. Su comportamiento errático y su aparente habilidad para manipular tanto a Manuel como a Toño solo aumentan las dudas.
Aun así, Manuel decide creer en su palabra una vez más, quizá movido por la empatía o por algo más profundo. Sin embargo, en el fondo, ni él ni el espectador pueden estar seguros de que Enora haya dicho toda la verdad. ¿Es una víctima de las circunstancias o una infiltrada con un objetivo oculto?
