Lope llega a la casa de los Duques de Carril, donde se encuentra con una desagradable sorpresa, el martes en ‘La Promesa’.
La resaca de la celebración en honor a Adriano aún late con fuerza en cada rincón de La Promesa, dejando al joven matrimonio entre la aprobación y la duda de sus propios allegados.
Leocadia, lejos de dulcificar los ánimos, cuestiona sin descanso la capacidad de Adriano para ostentar el título nobiliario, señalando cada gesto y cada error como síntomas de su inexperiencia.
Ángela también paga sus consecuencias tras el festejo: deberá presentarse ante el marqués de Andújar para ofrecer disculpas por la agresión que el pasado día protagonizó contra él.
Lorenzo la presiona insistentemente para que acuda a la residencia del marqués y en esa urgencia encuentra el respaldo de un inesperado aliado, quien utilizará el momento para endurecer aún más las exigencias contra la joven.
En un giro sorprendente, Rómulo y Emilia deciden que, si Petra impide al servicio asistir a la boda, serán ellos quienes lleven la ceremonia hasta los lacayos, transformando la tradición en un acto de solidaridad.
Alonso, que hasta ahora se apoyaba en Catalina para los asuntos de la finca, da un paso más y encomienda a sus hijos responsabilidades que nunca antes les había confiado, demostrando su confianza en su capacidad de liderazgo.
Mientras tanto, Samuel no ceja en su empeño por desentrañar las motivaciones de Petra y evita a toda costa que se revele el romance que le une a María Fernández, temiendo el escándalo entre los pasillos del palacio.
Finalmente, Petra cede y desvela al sacerdote el nombre de aquella persona que ha conquistado su corazón, poniendo fin a los misterios que rodeaban su cambio de actitud.
El plan de Lope para infiltrarse en la residencia de los duques de Carril, perfectamente diseñado en teoría, se topa con su primera dificultad: don Gonzalo no se encuentra en casa, y el cocinero deberá improvisar para no desbaratar toda la operación.
