La Promesa

‘La promesa’ (Mejores momentos): El secreto de la joyería Llop

La promesa' (Mejores momentos): El secreto de la joyería Llop - Cultura en  Serie

¿Rechazarán Catalina y Adriano su regalo?

Adriano sigue convaleciente en su habitación, pero la inquietud no le permite quedarse quieto. Se obliga a caminar con esfuerzo, aunque su estado físico aún es delicado.

Catalina, preocupada por su salud, le pide que no se esfuerce tanto, pero él le responde con sinceridad: necesita moverse para liberar tensiones. La tensión acumulada no es solo por su recuperación física, sino también por el encuentro reciente con Lisandro, que ha removido sentimientos que aún no consigue ordenar.

En ese instante, Martina y Jacobo entran en la habitación con una actitud jovial y les dan la enhorabuena por su inminente nombramiento como condes de Luján. El ambiente cambia por completo.

Aunque Catalina acepta el gesto con humildad, aclarando que solo será condesa consorte, Adriano reacciona con seriedad: no quiere cargar en solitario con el peso del título. “El título es de los dos”, sentencia, dejando claro que no se siente del todo cómodo con esta imposición nobiliaria.

Martina, algo confundida, no entiende el recelo de Adriano ante un honor tan importante, pero la tensión crece cuando Catalina menciona que todavía falta la aprobación oficial por parte de los reyes.

Adriano aclara que lo anunciado por Lisandro fue tan solo un gesto simbólico, carente de validez legal. Esta situación evidencia que el duque ha actuado por su cuenta, sin consultar ni asegurarse de que el título fuera realmente concedido, lo que genera aún más incertidumbre sobre sus verdaderas intenciones.

Adiós, Ángela

Leocadia, decidida a que su hija no siga envuelta en la vida de palacio, le exige que retome sus estudios de derecho en Zúrich cuanto antes. Para ella, no hay alternativa: Ángela debe convertirse en la primera abogada de España, un logro que también representa su propio orgullo como madre.

Sin embargo, la joven no acepta que su madre quiera decidir cada paso de su vida. Aunque valora la oportunidad académica que tiene, insiste en que será ella quien marque sus tiempos.

La tensión se hace palpable cuando Leocadia, sin más preámbulo, ordena al señor Baeza que acompañe a su hija al automóvil, ignorando por completo los sentimientos de Ángela. La joven, rota por dentro, no puede evitar romper en llanto.

El mayordomo intenta consolarla con palabras tranquilas, pero su consuelo tiene forma de imposición: le recuerda que debe obedecer las órdenes de su madre. La escena termina con una despedida gélida entre madre e hija, marcada por la rigidez emocional de Leocadia y el desgarro emocional de Ángela.

¿Quién es Lisandro en realidad?

El duque de Luján vuelve a situarse en el centro de la controversia. Leocadia, visiblemente molesta, lo enfrenta por haber otorgado un título nobiliario sin consultar a nadie.

Considera que ha cometido un exceso y que su decisión podría generar consecuencias graves. Pero Lisandro, fiel a su carácter dominante, le responde con frialdad que ha actuado como ha creído conveniente y que no tiene que justificar sus actos.

La discusión entre ambos se intensifica. El duque no tolera que nadie cuestione su autoridad y termina alzando la voz. Reprocha a Leocadia su atrevimiento y su tono irrespetuoso, recordándole con dureza quién es él y cuáles son los límites que ella no debe cruzar, por mucho que exista una amistad entre ambos.

Leocadia, incómoda, se disculpa, pero el duque no está dispuesto a pasar por alto lo que considera una falta de respeto. La conversación revela no solo una fisura en su relación, sino también una cara autoritaria de Lisandro que cada vez se hace más difícil de ignorar.

El regalo envenenado de Lisandro

Adriano vive un conflicto interno que va más allá de los títulos nobiliarios. Siente que el gesto de Lisandro al cambiarle el apellido dentro del nuevo título no es un reconocimiento, sino una humillación.

Para él, renunciar a su apellido es perder su identidad, algo que le duele profundamente. Catalina intenta suavizar el golpe, recordándole que el título no lo despoja de quién es, pero el joven se siente herido, incluso por la forma en la que su prometida habla del asunto.

Cree que todos están de parte de Lisandro, incluso Catalina, a quien acusa de mofarse de él. Pero ella le insiste en que no ha cambiado su esencia, solo la forma en que lo han nombrado.

Aun así, Adriano no se ve como conde, ni siente que encaje en el papel que le quieren imponer. Finalmente, declara con firmeza que solo quiere seguir siendo él mismo: Adriano García, el hombre que ama a Catalina, y no una figura decorativa de la nobleza.

Curro está metiendo al enemigo en casa

Curro ha adoptado una falsa identidad, haciéndose pasar por Amadeo Velardo, para continuar con su investigación encubierta. Se pone en contacto con la jefa de la joyería para intentar extraer información relacionada con una joya que compró recientemente.

Con inteligencia, plantea la excusa de querer adquirir un collar de diamantes, aunque su verdadero objetivo es otro.

A escondidas, Curro intenta mantener esta red de engaños sin que nadie en palacio lo descubra. Admite que no puede acercarse en persona porque ahora se hospeda en La Promesa, una confesión que pone en riesgo todo su plan.

Su determinación es clara, pero también lo es el peligro al que se expone: está jugando con fuego y cualquier paso en falso podría delatarlo.

Ángela se arrepentirá de su decisión

La joven ha decidido rechazar la oportunidad de regresar a Suiza. No quiere volver a la vida que su madre ha diseñado para ella. Prefiere la libertad, aunque esta le suponga dormir al raso.

En su conversación con Leocadia, le deja claro que no quiere ser esclava de una reputación ni de las expectativas ajenas.

Pero Leocadia, que no tolera la rebeldía, intenta imponer su voluntad una vez más, ordenándole que se marche en el próximo tren. Ángela se niega.

La discusión sube de tono, y la madre le lanza duras acusaciones, tachándola de ingrata y recordándole que vive de prestado. Ángela, sin amedrentarse, le contesta con firmeza: no necesita su ayuda. Las palabras que intercambian son tan duras que es difícil imaginar un camino de reconciliación.

¿Qué quiere Leocadia de Samuel?

Samuel ha decidido colgar los hábitos, pero Leocadia no puede permitir otro escándalo. Ya está lidiando con la rebeldía de su hija y teme que la marcha del sacerdote ponga en entredicho toda la estructura que ha construido.

Le recuerda que ya han ocurrido demasiados escándalos recientes y que no puede permitirse otro más.

Samuel le propone marcharse de forma discreta para no causar revuelo, pero Leocadia no lo acepta. Teme que si Lisandro se entera de que el cura que ofició la boda de Catalina ha abandonado su vocación, su reputación quedará manchada.

Para evitarlo, le sugiere que colabore en tareas domésticas mientras se resuelve la situación. Samuel, incómodo, accede a quedarse, atrapado entre su conciencia y las presiones del entorno.

Las amenazas de Leocadia a Curro

Leocadia está dispuesta a todo para mantener a su hija alejada de La Promesa. Descubre que Curro sigue teniendo contacto con Ángela y no duda en encararlo con dureza.

Aunque el joven intenta mediar, pidiéndole que permita a Ángela volver al palacio, Leocadia lo calla de inmediato.

La conversación se transforma rápidamente en una amenaza directa: si él vuelve a acercarse a su hija, lo echará a la calle sin contemplaciones. Curro no tiene otra opción que aceptar en silencio.

La tensión entre ambos revela hasta qué punto Leocadia está decidida a ejercer control absoluto sobre todo lo que le rodea.

Curro arrincona a Esmeralda

El momento de la verdad ha llegado. Curro se encuentra cara a cara con Esmeralda en el hangar. Aunque ella cree que la cita es para hablar de una venta, él le revela que no está interesado en las joyas: lo que quiere son respuestas. Al cerrar la puerta del hangar, Esmeralda empieza a notar que algo no va bien.

Entonces, Curro deja caer la bomba: le revela su verdadera identidad y le dice que quiere saber quién encargó su asesinato a través de la joyería que ella dirige.

Esmeralda, acorralada, queda en shock ante la intensidad del momento. Lo que comenzó como una investigación encubierta ha pasado a un cara a cara que podría cambiar el rumbo de todo.

Source: https://edition.cnn.com/

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