En el capítulo de este jueves de ‘La promesa’, María Antonia se encuentra en un dilema emocional difícil de disfrazar.
A pesar de sus intentos por mantenerse indiferente, es evidente que la reciente mejora en la relación entre los marqueses la afecta profundamente en lo personal.
Este cambio en el dinamismo de la mansión trae consigo una mezcla de emociones que María Antonia lucha por gestionar.
Por otro lado, Manuel, siempre el anfitrión entusiasta, organiza una cena especial para dar la bienvenida a Catalina. Él la invita con toda la cortesía del caso, a lo cual ella accede, pero impone una condición peculiar…
La tensión se palpa, ya que todos los involucrados son conscientes de las implicaciones que podría tener esta condición en sus interacciones futuras.
Martina, en su búsqueda constante por la paz y la armonía dentro de su círculo cercano, se dedica a fortalecer su relación con Juana.
Consciente de las tormentas pasadas, se propone evitar cualquier confrontación futura, lo cual la lleva a tomar medidas conciliadoras que esperanzadamente suavicen cualquier aspereza remanente.
Santos confirma a Ricardo que las invitaciones para el gran evento organizado por doña Margarita ya están en camino. Aunque proclama que su relación con Vera es estable, en confianza le revela a Petra que sus planes de venganza aún están en marcha, citando que «la venganza es un plato que se sirve frío». Este subtexto amenaza con desestabilizar la aparente tranquilidad.
Virtudes enfrenta un momento crítico al ser despedida de la casa de don Fermín, un giro que la deja en una situación precaria y vulnerable.
Mientras tanto, Rómulo trae noticias inquietantes al marqués al revelar que la tumba de Pía ha sido profanada y que los restos todavía se encuentran ocultos en una cueva misteriosa, lo que añade un elemento de suspense y misterio a la narrativa.
Durante una recepción entre amigas, Margarita se lleva una sorpresa mayúscula al descubrir que la duquesa de Carril ha decidido asistir sin haber sido invitada, un desplante que podría tener repercusiones en su círculo social.
Finalmente, Curro, después de una conversación reveladora con Margarita, toma la decisión drástica y emocional de sacar a Martina del sanatorio, un acto que promete cambiar drásticamente el curso de sus vidas y añadir aún más drama a la ya tumultuosa atmósfera que los rodea.
