Grandes cambios en el capítulo de este miércoles. Transcurren varios meses en ‘La Promesa’, y la situación ha cambiado drásticamente. Cruz está devastada, temiendo que Manuel haya muerto en la guerra.
Devastada, la Marquesa organiza una cena para celebrar el cumpleaños de su hijo, un acto cargado de tristeza y esperanza.
Su amiga María Antonia, cuya presencia es un bálsamo, ayuda a paliar el dolor y a aliviar la tensa relación entre los marqueses, ahora distanciados por los conflictos y las pérdidas sufridas.
Catalina vive recluida en el hangar debido a una afrenta pasada de Cruz. Su aislamiento refleja el dolor y la vergüenza que siente, mientras trata de encontrar un camino para recuperar su dignidad y su lugar en la familia.
No hay señales de Pelayo, quien parece haberse desvanecido sin dejar rastro.
María Fernández finalmente rechaza el trabajo con los duques de Abrontes, una decisión que refleja su lealtad y su deseo de permanecer cerca de aquellos que considera su verdadera familia.
Vera y Santos están juntos, lo que desgarra a Lope, quien se encuentra en una senda oscura y endeudado con personas peligrosas. Su situación precaria lo empuja a tomar decisiones desesperadas que podrían tener consecuencias fatales.
Petra, ahora ama de llaves, abusa de su poder sobre las sirvientas, incluida Pía, quien ha sido degradada a criada. La tiranía de Petra crea un ambiente de tensión y miedo entre el personal, quienes deben soportar su crueldad y manipulación.
Jana sufre en silencio, preocupada por Manuel y su hermano, de quienes no tienen noticias desde hace más de un mes. La incertidumbre y el miedo la consumen, mientras lucha por mantener la esperanza y la fe en su regreso.
